Sentada en mi computadora, en pleno acto de espionaje cuaimil (debo admitir); me puse a pensar en que significa realmente SER cuaima… Para algunos es un acto patético de inseguridad y falta de autoestima… Para otras es simplemente un instinto de supervivencia, que si Darwin lo hubiese estudiado, la selección natural tendría un sentido completamente distinto.
El detalle esta en que aún no sabemos que es una cuaima exactamente; para aquellos foráneos que nos visitan en Crónicas en Tacones; en Venezuela, el país de las mujeres más bellas (y más competitivas entre ellas) del mundo; a la mujer celosa se le conoce como “cuaima”; es más cito un definición que encontré a través de la magia de Google: “Mujer celosa, rapaz, taimada y acosadora, controladora y echada para adelante, que es capaz de hacer lo que sea, pero tiene a su lado a un hombre para someterlo por placer/ también es mujer celosa y acosadora que es carente de autoestima y posee unos celos que superarían a los musulmanes”.
Luego de leer detenidamente la “definición” suministrada por un “macho machote” y de seguir analizando si soy una cuaima, llego a la conclusión de que si, lo soy; en pleno siglo XXI, en un mundo en el cual siempre estamos sometidos a pruebas y a probarnos a nosotros mismos que somos buenos y aptos académica y profesionalmente, por instinto y naturaleza, es igual en el ámbito personal… bueno, en el amoroso, no hay diferencia.
En este maravilloso país somos una cantidad de mujeres, bellas y exitosas, con ganas de amar y ser amadas… en ocasiones por el hombre de otra; entonces tomando en cuenta la cantidad de hombres disponibles; haciendo las reducciones de rigor y contando con que los que quedan “valgan la pena” quedamos con un porcentaje que no llena las expectativas de este país de mujeres.
Llega la situación soñada en la que porque el destino estaba de buen humor ese día puse en tu camino al “tipo”, al “amor de tu vida”; todo es bello, maravilloso, el es perfecto para ti, todo lo que buscabas; pero no contabas con que eso mismo lo buscan una cantidad significativa de chicas (y vaya que si); pero lo que me dio píe a escribir esta reflexión o análisis de mi misma como cuaima o tal vez de aquellas mujeres irrespetuosas que intentan hipnotizar cual víboras al fulano hombre que nos costo unos cuantos barrancos, otro tanto de relaciones insalubres y una cantidad considerable de lágrimas con las cuales podríamos sobrevivir después del calentamiento global para lograr afinar los patrones de búsqueda y encontrarlo.
Al final, me doy cuenta que este escrito tiene dos motivos, mi salida del clóset, para hacerme una cuaima consagrada y la otra, que la cara del descaro puede ser familiar; así que chicas; mis recomendaciones son; siempre al pie del cañón, confíen en su sexto sentido (NUNCA FALLA) y siempre dejen en claro que uds. son las más aptas; así que marquen terreno con confianza; porque ser cuaima no es una cuestión de inseguridad, ni de celos; es cuestión de inteligencia y estrategia.
Carola Zerlín
07/11/08
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