miércoles, 10 de diciembre de 2008
Besando Sapos
Ay que ver que las mujeres pasamos por inconformes en el mundo, si, se que es una afirmación un poco peligrosa, pero mi premisa es completamente válida!... Me explico… nosotras creemos saber lo que queremos y las que están seguras no están muy lejos del autoengaño, particularmente me he encontrado con la curiosa idea de contar sapos.
Claro, todas siempre hemos querido dar de una con el tipo, aquel que en caballo blanco, sonrisa perfecta y ojos soñadores, el propio McDreamy, nos toma en sus torneados brazos para jugar a ser esa damisela en problemas que ocultamos en el fondo de nuestra alma, por más feminista que se pueda llegar a ser, todas, sin excepción hemos estado allí, mínimo cinco minutos.
Entonces con el prototipo tatuado en el hipotálamo, pasamos nuestra preadolescencia y adolescencia soñando con príncipes a los cuales le ponemos cara de artistas, haciendo esto mucho más difícil la transición del mundo encantado al duro y frío asfalto de la realidad.
Sin animo de desmentir que soy una autoengañada más; el target estaba claro (les invito a hacer el ejercicio del primer hombre que les hizo tilín y díganme si no determinó sus prospectos); una vez hecha la reflexión anterior, confienzo que mi patrón fue Brandon de Beverly Hills, es decir, medio catirito, ojos picaros y sonrisa soñadora; y me encamine en esos atributos a buscar a mi príncipe soñado, para descubrir que catirito, ojos claros y sonrisa perfecta es sinónimo de sin cerebro y déspota total.
Como soy fiel creyente de segundas oportunidades me permití seguir buscando en el mismo anaquel, no la pase del todo mal, pero para que un trofeo que enseñar y sin valor alguno, peso y sustancia señores; mirando atrás todos esos sapos que besé, no por feos, sino por falta de sentimientos y pensamientos; que esos barrancos nos vienen bien, porque gracias a ellos agudizamos lo que realmente queremos (una vez que nos definimos); la experiencia nos dice que vale más un abrazo y un beso sincero que unos cuadritos perfectos en el abdomen, superficial, tal vez, pero quién no ha tenido sus épocas.
Las invito entonces a aquellas que siguen viendo al Ken como su salvador y brillante caballero que las lleve al altar; que esto es el siglo XXI y que esos sapos están en peligro de extinción, porque mujeres como nosotras, exitosas, profesionales y con guaramo no creemos en la mirada embelezada de unos ojos claros, ese cuentito, se acabo, total como dice mi mamá: “los hombres de ojos claros son familia de los reptiles” (salvo un par de excepciones).
Claro, todas siempre hemos querido dar de una con el tipo, aquel que en caballo blanco, sonrisa perfecta y ojos soñadores, el propio McDreamy, nos toma en sus torneados brazos para jugar a ser esa damisela en problemas que ocultamos en el fondo de nuestra alma, por más feminista que se pueda llegar a ser, todas, sin excepción hemos estado allí, mínimo cinco minutos.
Entonces con el prototipo tatuado en el hipotálamo, pasamos nuestra preadolescencia y adolescencia soñando con príncipes a los cuales le ponemos cara de artistas, haciendo esto mucho más difícil la transición del mundo encantado al duro y frío asfalto de la realidad.
Sin animo de desmentir que soy una autoengañada más; el target estaba claro (les invito a hacer el ejercicio del primer hombre que les hizo tilín y díganme si no determinó sus prospectos); una vez hecha la reflexión anterior, confienzo que mi patrón fue Brandon de Beverly Hills, es decir, medio catirito, ojos picaros y sonrisa soñadora; y me encamine en esos atributos a buscar a mi príncipe soñado, para descubrir que catirito, ojos claros y sonrisa perfecta es sinónimo de sin cerebro y déspota total.
Como soy fiel creyente de segundas oportunidades me permití seguir buscando en el mismo anaquel, no la pase del todo mal, pero para que un trofeo que enseñar y sin valor alguno, peso y sustancia señores; mirando atrás todos esos sapos que besé, no por feos, sino por falta de sentimientos y pensamientos; que esos barrancos nos vienen bien, porque gracias a ellos agudizamos lo que realmente queremos (una vez que nos definimos); la experiencia nos dice que vale más un abrazo y un beso sincero que unos cuadritos perfectos en el abdomen, superficial, tal vez, pero quién no ha tenido sus épocas.
Las invito entonces a aquellas que siguen viendo al Ken como su salvador y brillante caballero que las lleve al altar; que esto es el siglo XXI y que esos sapos están en peligro de extinción, porque mujeres como nosotras, exitosas, profesionales y con guaramo no creemos en la mirada embelezada de unos ojos claros, ese cuentito, se acabo, total como dice mi mamá: “los hombres de ojos claros son familia de los reptiles” (salvo un par de excepciones).
Carola Zerlín
10.12.2008
10.12.2008
3 comentarios:
¿“los hombres de ojos claros son familia de los reptiles”? JAJAJAJAJAJA
11 de diciembre de 2008, 2:18Me siento Ofendido por ese comentario! JAJAJAJAJJAJAJAJAJJAA me pregunto que tipo de Reptil seré
Jmmmmmmm
Debo meditar... regresaré - algún día - con un buen "comeback" jajajajajja
tonces las mujeres de ojos claros somos familia de quien?... sera por eso q soy aligator... juju.
13 de diciembre de 2008, 0:35Mira el Ken primaveral esta por ahí, solo que con cierto desgaste por los años lo que lo hecho madurar y aprender que la ropa interior se quita y se pone, no viene pegada al cuerpo. sino bueno siempre te queda la opción de cambiarte al team de las barbies jajajaja.
jajaja... yo conocí algunos reptiles...
21 de junio de 2009, 18:54Publicar un comentario